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sábado, 9 de mayo de 2009

"COQUITO RAY" (cuento) / WALTER PEREZ TERREL


“Coquito Ray”
(dedicado a Silvestre Lauro Pérez Contreras)

Wilson Perales Torres nació en el caserío de Sacsamarca, en la Bella Perla de los Andes (nombre que le puso a Tarma el sabio italiano Raimondi), el 15 de agosto de 1958. Sacsamarca es un barrio entusiasta, progresista y amante del folclor tarmeño, teniendo como máximos exponente a Víctor Baldoceda y Gerardo Orihuela. Cuando Wilson era un adolecente, participaba en el rompimiento de la Muliza, en el pasacalle y en la Calistrada cantando el huayno de título:

“Gorrioncito”
(derechos reservados)

Gorrioncito de estos lugares
que feliz cruzas el campo,
quisiera robarte las alas
para no seguir sufriendo.

Para ti la aurora brilla
cuando despiertas cantando,
para mí todo se anubla
mi juventud va pasando.

Gorrioncito no cantes triste
porque la vida es muy corta,
aprende a vivir alegre
picando de huerta en huerta.

ESTRIBILLO

Si ves mis ojos llorando
no le cuentes a mi negra,
gorrioncito compañera
como yo has de llorar
como yo has de sufrir.

Wilson, estudió Matemática en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en Lima, entre 1978 y 1982, tuvo como profesores a los destacados y conocidos maestros como: Luis Toro Motta, Mitac, Pedro Contreras, Tantalean, Luis Huamán, Cabanillas, el “negro” Ramos, entre otros.

Wilson Perales se graduó de Bachiller en Matemática en 1985 y se tituló en 1986. Hizo la Maestría en la misma universidad graduándose en 1988, y el doctorado lo hizo en el Brasil en la Universidad de “Rio de Janeiro” graduándose en 1990. Enseñó matemática en diferentes universidades del Perú con mucho éxito, fue considerado por sus estudiantes como maestro excelente y publicó muchos textos de Matemática Superior con títulos de: El Cálculo, Análisis Matemático, Álgebra Vectorial, Álgebra Tensorial, Matrices, Números Complejos, etc.

En 1991 Wilson contrae nupcias con Mónica Naveros Huayas del distrito de Palca. Nace su hijo Gonzalo el 31 de octubre de 1991 y su hija Alison el 8 de mayo de 1998. Dios fue generoso con ésta familia, Gonzalo y Alison eran niños sanos e inteligentes, estudiantes destacados en el colegio preuniversitario “Maxwell” en el distrito de Santa Anita en Lima, participaban en los concursos de Razonamiento matemático, campeonato de Ajedrez, en los Simulacros tipo examen de admisión a las universidades, en inicial, primaria y secundaria, y ocupaban los primeros puestos.

Cuando Mónica Naveros Huayas se embarazó, en febrero del año 2005 le informó a su esposo y le propuso abortar, diciendo que este nuevo hijo (el tercero) no le permitiría trabajar. El silencio de Wilson se sobreentendió como un no. Después no hubo diálogo de pareja en 6 meses.

Cuando Gonzalo estaba próximo a cumplir 14 años y Alison tenía 7 años, el 24 de septiembre nació Álvaro Perales Naveros, conocido con el apodo de “Coquito Ray”, en la maternidad de Lima. El promedio de edades de sus padres es ese momento era de 45 años.

Cuando Wilson visitó a su esposa, el niño se encontraba en la sala de Unidad de Cuidados de Recién Nacidos, le dijeron que había sospechas que el niño tenía el síndrome de DAW (niño especial), por sus características externas. Los médicos hicieron un segundo examen de sangre, al día siguiente se confirmó, Álvaro “Coquito” era un niño especial, tenía un cromosoma de mas. Wilson, volvió a la sala donde se encontraba su hijo, lo observó en la incubadora conectado a unos conductos que entraban a la boca, porque para respirar necesitaba ayuda, el médico le advirtió que estos niños tienen comúnmente problemas cardiacos, sufren de soplo al corazón. Observando al recién nacido Wilson de 47 años, se puso a llorar y dijo:

- Padre Celestial ayuda a sobrevivir a mi hijo.

Quince días después, Coquito se recupera y sale de la maternidad, es recibido en la casa de Santa Anita con alegría por sus hermanos. Wilson, explicada a sus hijos que Coquito, es un “niño especial”, en el sentido que a diferencia de otros niños va demorar en caminar, en hablar, en aprender a escribir, entre otras cosas, es un niño con habilidades diferentes a otros niños.

Mónica, su madre, creé que es un castigo de Dios, y culpa a Wilson por su mal comportamiento diciéndole que consume cerveza en abundancia, no cumple con los mandamientos de Jehová y lo acusa de fornicar con prostitutas.

Coquito es rechazado por su madre, lo lleva a la habitación de su padre. Wilson cambia los pañales, le prepara la leche y lo baña con agua tibia, él sabe que los niños especiales tienen la piel delgada y pierden calor muy rápido. Pero Coquito es un niño fuerte que no enferma, tiene un buen estomago, solo en el invierno se resfría un poco.

Pasan los meses, Coquito tiene la apariencia de un niño normal, es simpático, de bonita cara, de cabello castaño oscuro, pero no levanta la cabeza y no sabe gatear. Entonces es el momento de ir a la maternidad y solicitar turnos para la terapia. En las terapias responde bien, logra sentarse y alcanza el equilibrio. Comparado con otros niños especiales, está en mejores condiciones. Dicen los médicos:
- De todos los males éste es el menor, los otros niños requieren de alguna operación.

A los 18 meses logró gatear después de muchas terapias, su mamá sintió una gran alegría ver a su hijo gatear. Cumplió dos años y no podía caminar. Grande fue la sorpresa cuando cumplió 2 años y 6 meses, logró pararse solo y empezó a dar sus primeros pasos, desde ese momento fue alentado por sus padres y hermanos a practicar dando cada vez mayor cantidad de pasos. Wilson, en las noches, en su habitación se arrodillaba y en oración sincera daba gracias al Padre Celestial.

A coquito le gusta bañarse en la tina grande, juega con la pelota, en agua tibia que su padre prepara con manzanilla, romero y hojas de eucalipto.

Coquito cumplió 4 años y no sabe hablar. Se comunica señalando con los dedos, siente impotencia y reniega al no poder comunicarse.

Coquito va a la Guardería Infantil, que se encuentra cerca de su casa, interacciona, se sociabiliza con niños menores que él, raya con el lápiz, pinta con crayolas y sobre todo juega. Le gusta jugar con la pelota, sus pies parecen manos cuando impulsa la pelota, existe una delicadeza en cada toque. Sube a los juegos mecánicos con gran destreza, tiene fuerza en las piernas, es un niño con habilidades diferentes. Es amoroso y noble.

A los cinco años, empieza a decir sus primeras palabras como “papapa y mamama” este sonido es música para el oídos de sus hermanos y padres. No hay desesperación de los padres, están consientes de que el proceso es lento y largo. Coquito hará el nivel inicial de educación desde los 5 años hasta los 8 años.

Gonzalo Perales Naveros termina la secundaria a los 17 años, y se prepara para el examen de admisión en la academia “César Vallejo” en la avenida Bolivia en Breña, en el ciclo semestral de marzo a julio. En agosto ingresa a la Universidad Nacional de Ingeniería, a la facultad de ingeniería Civil.

En el año 2014 Gonzalo se gradúa de bachiller y se titula de Ingeniero Civil. De inmediato ingresa a la escuela de Post Grado en la misma universidad en la especialidad de Diseño arquitectónico. Empieza a trabajar este mismo año en la empresa constructora GRAÑA y en las noches enseña el curso de “Mecánica de Suelos” en la Escuela Superior Técnica SENCICO que se ubica entre las avenidas Canadá y Aviación en Lima.

En marzo de 2015 Alison Perales Naveros, ingresa a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, a la facultad de Medicina Humana.

Mónica Naveros se entrega a tiempo completo a servir a sus dos hijos mayores, ésta tarea se inicio desde que sus hijos nacieron. Coquito está en un segundo plano, no podrá ir a la universidad como sus hermanos mayores.

Wilson Perales, adora a Coquito, saca mucha paciencia para enseñarle las cuatro operaciones elementales, le enseña: a sumar, restar, multiplicar y dividir números Naturales. No le podrá enseñar a Coquito el Cálculo Integral y Diferencial, ni la Geometría Analítica, tampoco el Álgebra Vectorial.

Wilson Perales y su esposa deciden separarse de mutuo acuerdo, pensando siempre en los hijos.

Mónica Naveros y sus hijos Gonzalo y Alison se quedaron en Lima. Es que estudiar no tiene límites, se aprende en el colegio, en la universidad y en el trabajo. El ingeniero, el médico y todos los profesionales se capacitan y se actualizan siempre, no se puede parar.

Después de su jubilación y con los ahorros de muchos años de trabajo Wilson Perales logra comprar el fundo “Pacchapata” en Sacsamarca. Es que ésta campiña tarmeña es hermosa, la tierra es fértil, las chacras están llenas de gladiolos, claveles, rosas, alelíes, margaritas, cartuchos en las acequias y en el perímetro árboles de duraznos y guindales.

Cansado de este mundo globalizado, con crisis moral y económica, en diciembre de 2017, Wilson de 59 años y Coquito de 12 años se trasladan a la ciudad de Tarma, para vivir en un ambiente ecológico, libre del bullicio y la contaminación ambiental.

Coquito se capacita como el asistente de su padre jubilado. Viven en el campo a 10 km de la ciudad de Tarma, respirando aire limpio, comiendo vegetales y tomando leche fresca. En su pequeña granja crían cuyes, conejos, gallinas, gansos, patos, cerdos, carneros, y otros animalitos.

Wilson Perales escribe cuentos y novelas para mantenerse ocupado, donde inventa una vida de fantasía para Coquito. Estas novelas se convierten en un best séller, en el público latinoamericano.

Wilson Perales recibe el 20 % de precio de venta de cada libro, cada novela tiene un precio de venta al público de 10 dólares, entonces el 20 % de 10 es 2 dólares. Recibe dos dólares por cada libro vendido. El primer año se vendió 100 mil ejemplares, el siguiente año 200 mil, luego 400 mil, y a si sucesivamente. El editor muy contento con las ventas en ascenso, exigía más títulos a Wilson Perales.

El padre trata de mantener ocupado a Coquito, para ello le da muchas tareas como: servir el jugo periódicamente, lustrar los zapatos, arreglar el dormitorio, limpiar los muebles, lavar los platos, limpiar la oficina, etc. Pero Coquito lo hace con amor y responsabilidad. No permite que ninguna otra persona lo reemplace en sus obligaciones que se convierten en una obsesión. Se levanta temprano y se acuesta tarde y se duerme por cansancio.

Coquito lleva a las 10 a.m. el jugo de papaya o de naranja a la mesa de trabajo de su padre, esperando como recompensa la frase preferida de su padre: “Gracias mi Coquito Ray”, y él sonríe detrás de la silla en posición marcial. Su padre lo vestía con ropa fina como un príncipe europeo, su tez blanca es notoria y sus ojos chinitos parpadeaban con simetría, en su sonrisa mostraba sus dientes blancos irregulares.

Todos los días esperaba en la puerta de la oficina la hora en que su padre almorzaba: 1:00 p.m. A la hora exacta entraba corriendo, tropezando y haciendo sonar el taco de las botas de cuero, vestido con colores juveniles, pues todo color le caía muy bien. Y le decía a su padre con voz suave y riéndose:

- Papi, vamos a almorzar, vamos papi.

Su padre se levantaba muy rápido, lo abrazaba y le besaba en su piel suave. Caminaban agarrados de la mano, dialogando sobre cuestiones domésticas, por el largo corredor desde la oficina hasta el comedor.

El primer día de mayo de 2018, Wilson de 60 años y Coquito de 12 años, visitan el santuario del Señor de Muruhuay, asisten a la misa de las 9:00 a.m. y se toman fotos para el recuerdo en el frontis de la capilla. Luego Wilson le dice a Coquito:
- Vamos al restaurante a comer picante de cuy y tomar chicha de jora, y luego nos ubicarnos junto al balcón para ver bailar a los chonguinos.

La orquesta Lira tarmeña inicia su participación con:

Marcha

Señor de Muruhuay
hoy tres de mayo
veneramos con fervor
para que nos des tu bendición
a todos tus devotos.

Huayno

Ya llegó la fiesta de Mayo
linda Acobambina,
ya llegó la fiesta de Mayo
linda Tapeñita
quiero que bailes este huayno
con la Lira Tarmeña
alzando tu pollerita
linda Acobambina
quiero que bailes este huayno
con la Lira Tarmeña
hasta romper tus zapatos
linda Tapeñita.
Ya me voy, ya me estoy yendo
a la carpita
a comer picante de cuyes
con su chichita.

Después de cinco horas, escuchando a las diferentes orquestas y observar a muchos conjuntos de chonguinos, Coquito cansado le dice a su padre:

-Papi, ¿no te cansa de escuchar lo mismo?

Wilson responde:

- Hijo mío, no sé que tiene ésta música, puedo escuchar mil veces y no me cansa.
Agrega:
Pero, Coquito espera una hora más y nos vamos a la casa.

Wilson con el servicio de muchos ingenieros y amigos construye en secreto, en un ambiente de 60 metros cuadrados un sistema de ferrocarriles en miniatura, simulando la red ferroviaria de Lima a Huancayo pasando por la Oroya. Compró del extranjero muchos trenes eléctricos, lo instaló colocando túneles, puentes, semáforos, ríos, montañas y nevados. Era éste el regalo de cumpleaños de Coquito, cumplía 13 años el 24 de setiembre. Cuando su padre le mostró el regalo, Coquito se emocionó hasta las lagrimas, y le dijo a su padre:

- Gracias papi, muchas gracias papito, eres muy bueno.

Coquito se quedó solo en el ambiente observado cada detalle de la red, funcionaban tres locomotoras a la vez, se cruzan en los puentes simultáneamente, se prendía las luces del semáforo, tocaban el claxon de las locomotoras en la señal de pare, Coquito no tenía hambre ni sed, hasta que después de 6 horas se quedó dormido sobre la alfombra.

El padre envejece, pero no pierde el ritmo de su actividad sexual, llevando a la concubina a su lecho periódicamente. Coquito se alegra, sonríe con malicia, cuando su padre enamora a la joven sirvienta de la casa.

Coquito recibe visitas semestrales de su madre y sus dos hermanos mayores, su hermano es ingeniero y su hermana estudiante de medicina. La visita duran solamente horas, Gonzalo tiene compromisos de trabajo y Alison tiene obligaciones académicas que cumplir en la universidad y Mónica Naveros está pendiente de la alimentación y vestido de sus hijos. Este mundo contemporáneo estresa a los jóvenes, los transforma en máquinas de trabajo continuo.

Con los derechos de autor de los libros de Matemática, Cuentos y Novelas, que crecen en ventas rápidamente, empieza a construir una casa mas grande, y ampliar los terrenos dedicados a la siembra de principales tubérculos y hortalizas, hasta convertir el fundo “Pacchapata” en un Edén. No pierden las comodidades de la ciudad, baño con agua caliente, piscina temperada, microondas, computadora, cable, Internet, cine, equipo de sonido, celular, etc.

Coquito cuida a su padre que se encuentra enfermo. Wilson tiene la salud frágil, porque siempre exageró de las comidas, del vino, del cigarro y la fogosidad por las mujeres.

Coquito es cada vez más útil en la vida de su padre, ambos se comunican más y se sienten felices, y dan gracias en sus oraciones al Padre Celestial por todas las bendiciones recibidas.

Wilson construye con obsesión un circuito de agua, en el fundo “Pacchapata” cuya área se calcula en siete hectáreas, para la distracción de Coquito que seguía con la vista cada hoja seca que caía en el caudal, cuyas aguas se desplazaban lentamente en dirección horizontal.

El circuito de agua tiene trayectoria serpenteante cuyo recorrido se calcula en 2 km, con ayuda de una bomba hidráulica se logra completar el ciclo.

El 20 de diciembre en el año 2019, en la mañana. Coquito ingresa al dormitorio de su padre y le dice:

- Papi, vamos al valle de Chanchamayo, quiero ver las mariposas en el bosque de naranjos.

Wilson, esperaba una llamada de su hijo Gonzalo. De pronto suena la bocina del celular, y se inicia el siguiente diálogo:

Gonzalo dice: Hola papá, te llamo desde Estados Unidos de Norteamérica, Salt Lake City, Utah. Una mala noticia, han asesinado al “Profeta viviente”. Se sospecha de terroristas chinos y/o indios. Los países de China e India se han aliado, tienen un ejército poderoso con armas nucleares de última tecnología, se calcula que han almacenado un total de 10 mil bombas atómicas. Lo tienen acorralado al ex poderoso ejército Norteamericano, dentro de algunos días se espera un invasión militar.
Wilson pregunta: ¿Qué pasaría después de una tercera guerra mundial?
Gonzalo dice: En estos momentos todos los países tienen bombas atómicas, por lo menos 10 cada uno. Si estas bombas son activadas simultáneamente, muy pocos seres vivos quedarían en el planeta Tierra. Es decir, el planeta seria inhabitable, sería el fin de la especie humana.
Wilson dice: Hijo cuídate, tenga fe en Dios y regresa pronto, aquí en Tarma te esperamos con los brazos abiertos. Un abrazo, adiós.

Wilson muy preocupado se agarra la cabeza y mira al Cielo. Luego llama a Coquito y le dice:

- Hijo, tengo ganas de observar mariposas en el valle de Chanchamayo.

Wilson Perales encargó el plano de la residencia a su hijo Gonzalo. Se construyó una residencia pensando en Coquito, patio grande, muchos zaguanes, balcones amplios y largos, escaleras con poca pendiente, dormitorios amplios, biblioteca, sala, comedor, pasamanos en las escaleras, sistema sanitario, servicios higiénicos en todos los pisos, ventanas grandes, mucha luz en el interior, circuito de agua, piletas, cocina amplia, jardín exterior e interior, gimnasio, piscina temperada, loza deportiva para jugar futbol, parqueo para visitas, etc. Se terminó de construir la residencia en el hermoso valle de Tarma el 18 marzo de 2020. Wilson Perales dijo:

- Éste fundo es el Edén.

El padrino de la residencia fue el alcalde de la Ciudad de Tarma. En una manta de la cultura Tarama, envolvió caramelos, chocolates, galletas y monedas, se ató al cuerpo la manta en diagonal, subió por la escalera al balcón y lanzó caramelos, galletas y monedas al grito de ¡sebo padrino! de la multitud y la orquesta típica “Selección Tarma” animaba tocando los versos más solicitados, entre ellos: “Adiós juventud”, “Picaflor tarmeño”, “Escalerita”, “Agüita del olvido”, “Tu juramento”, “Flor de Mayo”, “Palomita Cuculí”, “Hoy que las estrellas”, “Huamanrripita”, “Verde Totora”, “Marujita”, “Mantarana”, “Palomita”, “Bella Tarma”, “Chiguaquito”, “Paloma blanca jaujina”, “Las alturas de Sacsamarca”, “Separación”, “Vuelve, vuelve tarmeñita”, “A mi tarmeñita”, “Muro, muro lagunita”, “Entradas de Muruhuay”, “Arbolito de Manzana” y “Paloma tornasolada”.

La fiesta continuo el día siguiente, con los familiares y amigos más íntimos. Se preparó pachamanca, comida típica tarmeña, en el horno ingresó un carnero, un lechón, 50 kg de papa, 5 kg habas, humitas con sal y otros con azúcar, y luego se cubrió con hierbas aromáticas. Se preparó varios tazones de ají con queso y ensalada de lechuga picada.

Después del almuerzo llegó el conjunto musical de los “Hermanos Olivares”, dos jóvenes talentosos del distrito de Acobamba, que empezaron cantado el Vals “Bella Tarma” y “Rebeca”, seguidos de huaynos, yaravíes, tristes y mulizas. Estos son algunos de los títulos:
La hierbabuena (Juan Lavado y Santiago Izquierdo).
La ingrata (Juan Lavado y Santiago Izquierdo).
La venganza (Juan Lavado y Santiago Izquierdo).
Pañuelo blanco (Juan Lavado y Santiago Izquierdo).
Lucero, lucero (Manuel Zapatero y Santiago izquierdo)
El aborrecido (Carlos Chacón)
Promesas de amor (Juan Lavado y Santiago Izquierdo).
Amapolita (Juan Lavado y Santiago Izquierdo).
Bella Tapeñita (Américo Torres y Aníbal Torres)
Palomita fugitiva. Triste (arreglo de Juan Lavado Castro)
En vano con tanto anhelo o el Duelo. Muliza (José Castillo Atencio)
No estás junto a mí. Muliza (Santiago Rodulfo León)
Tu juramento. Huayno (Jasé Arimatea Gómez)
Amapolita. Huayno (Juan Lavado Castro)
El aborrecido. Huayno (Honorato Marcos)
Promesa de amor. Huayno (Juan Lavado Castro)
Paloma fugitiva. Triste (Juan Lavado Castro)
Tus indolencias. Huayno (D.R.)
Ricanquichu Huacmayuta. Huayno (D.R.)
Puca Rosa. Huayno (D.R.)
Gorrioncito. Huayno (D.R.)
Yo no soy de manzana. Huayno (D.R.)
Altas montañas. Huayno (D.R.)

Wilson Perales cantó, bailó y recordó con estas canciones, su niñez, su pubertad, su adolescencia, su juventud. Cuando la fiesta terminaba a las 11 p.m. Wilson empezó a sentir fatiga y el corazón aceleró su palpitar y dejo de latir repentinamente.

Mónica Naveros y sus hijos Gonzalo y Alison se abrazaban dándose consuelo, mientras Coquito dormía en su habitación.

Al día siguiente hicieron una reunión de familia para comunicar a Coquito la repentina desaparición de su padre. Coquito no acepta creer que su padre ya no está en esta vida, y dice:

-Mi papi, no está muerto, solo está durmiendo.

El velorio duró tres días, llegaron amigos y familiares de todos los lugares del Perú, de la costa, de la sierra y de la selva. Coquito estaba confundido al ver tanta gente en la casa, corría por el patio contando la cantidad de coronas y arreglos florales, logró contar hasta cien coronas. Es que Wilson Perales tenía muchos amigos y era estimado por sus familiares.

Wilson Perales fue enterrado en la capilla de fundo Pacchapata que logró construir con toda su fortuna. Se fue de esta vida con dignidad, con honores y olor a multitudes. El ataúd en hombros de los amigos hizo un recorrido por el fundo “Pacchapata”, la orquesta “Selección Tarma” tocó todos los versos que en vida le gustó escuchar a Wilson Perales. Los hermanos de Wilson pedían que la orquesta repita el huayno “picaflor tarmeño” y la hermana decía, si ese huayno le gustaba cantar a mis hermano Wilson yo lo vi llorar escuchando ese verso:

PICAFLOR TARMEÑO (huayno)
Música: Daniel Rojas R.
I
Picaflor tarmeño
porque pues pretendes,
picar a las flores
que ya tienen dueño,
picar a las flores
que ya tienen dueño.
II
Picaflor tarmeño
prosigue en tu vuelo,
que volando se halla
amor y consuelo.
III
Cuidado, cuidado
picaflor tarmeño,
te corten las alas
por enamorado,
caigas a la trampa
por enamorado.

Wilson Perales pasó los mejores años de su vida en Tarma con su hijo “Coquito”.

Después del entierro de Wilson Perales, la familia decidió dejar a Coquito en Tarma. No había lugar en Lima para Coquito, su mundo estaba en el fundo “Pacchapata”, el mundo que Wilson construyó para él.

Para Coquito su papá está vivo, sigue escribiendo cuentos y novelas en su amplia oficina, desde cuya ventana se puede observar toda la campiña tarmeña, los sembríos de flores, papa, maíz, habas, lechuga, apio, zanahoria, espinaca, alfalfa, nabo, etc.

Coquito se levanta temprano y lustra los zapatos como lo hacía antes de la muerte de su padre, entra al dormitorio de su padre arregla lo que está ya arreglado, los cambia de lugar y limpia el polvo todos los días, no permite que nadie toque las cosas de su padre: sus lápices, sus cuadernos, sus libros, su silla, su computadora, su teléfono, etc.

Los hombres y mujeres que trabajan en el fundo dicen con voz provinciana:
- Coquito está enloqueciendo, cree que su padre está vivo, trabajando en su oficina como antes. Que jovencito tan tonto es.

Los trabajadores del fundo sienten lastima por este púber, y le sobrellevan en sus órdenes. Lleva a las 10 a.m. el jugo de papaya a la mesa de trabajo que usó su padre, esperando la frase preferida de su padre. Pero como nadie responde Coquito se pone triste y llora desconsoladamente. Y se pone a escuchar, un Triste (género musical como el huayno, el yaraví y la muliza) de don Juan Raúl Lavado Castro.

MADRE (triste)

Yo soy como aquellas perlas
que en el mar se han confundido,
Ay se han confundido.

Ay madre para que tuviste
a un hijo tan desgraciado,
Ay tan desgraciado

La leche que paladeaba
mi veneno hubiera sido,
Ay mi veneno hubiera sido.

El birrete que me pusiste
mi corona hubiera sido
Ay mi corona hubiera sido.

No te compadeces
de verme llorar,
mejor no hubiera nacido
mi bien para no amarte,
Ay, para no amarte.

Todos los días esperaba en la puerta de la oficina, mirando el reloj que diera la hora en que su padre almorzaba: 1:00 p.m.

Escuchaba la música que a su padre le gustaba escuchar, lloraba sin consuelo, hasta quedarse dormido de cansancio.

Pasan los días y las semanas, Coquito empieza a perder peso, cada día come menos, llora y suspira con profunda pena, no hay frase que lo consuele. Sueña con su padre, corriendo lento y lerdo por los huertos del Edén, siempre riéndose, siempre con la actitud de un niño noble y travieso.

A tres meses del fallecimiento de su padre, un 23 de agosto en la madrugada, Coquito falleció. En el huerto cantaron con más fuerza las palomitas cuculíes y los jilgueros. Se acercaron los picaflores y volaron formando circunferencias y los gorriones cantaron triste. También los cuyes y los conejos corrían agitados en el patio grande. El gallo cantó tres veces entre las 5:00 a.m. y 6:00 a.m. Finalmente el cometa Halley se alejaba en el cielo azul de Tarma.

Coquito tenía pocos amigos. Llegaron su madre y sus hermanos, para el velorio, al día siguiente lo enterraron en una ceremonia muy sencilla. Los trabajadores del fundo lloraron la muerte de Coquito. Decían que a Coquito le gustaba mucho atender en sus alimentos a los animalitos de la granja y regar las plantas del huerto.

A los 15 años Coquito falleció de pena. Fue enterrado junto a su padre en la capilla del Edén. De verdad les digo: “que ningún hijo jamás ha amado tanto a su padre, y ningún padre amó tanto a su hijo”. Amén.

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Licenciado en Ciencias Físicas con experiencia en la docencia y en la edición de textos en todos los niveles de la educación en el Perú. He realizado la labor docente en el nivel primaria, secundaria, preuniversitaria y pre grado (en la universidad) en las asignaturas de Física y Matemática. También he trabajado en la elaboración de textos en diferentes editoriales en los niveles primaria, secundaria, Pre universitaria y Pre grado. En la actualidad estoy escribiendo textos de lectura para motivar a los niños y a los jóvenes al estudio de la matemática y de la ciencia básica. Me considero una persona proactiva, responsable, creativa, puntual, con capacidad para trabajar en equipo y bajo presión. A los lectores se le pide una donación para la publicación fisica de estos artículos: N° de cuenta en ahorro en soles Banco de Credito del PERU 194-17935432-0-96 a nombre de Walter Lauro PEREZ TERREL